El Cubillo en el Antiguo Régimen (1498-1836)

Este es un trozo de la historia de El Cubillo, concretamente del periodo en que dependió de Alcaraz, que a mi padre, cubillero, le hubiera gustando conocer. A él, se lo dedico.

1.     El Cubillo: nombre y estatus

Respecto al nombre todo son conjeturas. El nombre tiene que venir, forzosamente, de algo  que comience por la raíz cub-. Desde aquí se nos presentan dos opciones, o bien procede de cubo en alguno de sus significados o bien de algún otro lexema parecido como puede ser cubil. Ateniéndonos a la primera opción cubillo sería diminutivo de cubo, recipiente para sacar agua, por ejemplo de un pozo. Y basándonos en la segunda, que viniera de cubil, también podría ser puesto que cubil es el lugar donde las fieras, pero también las personas, se guarecen.

Particularmente me inclino por la primera opción, cubillo como diminutivo de cubo, pero no del cubo citado antes, sino de otra acepción de  cubo como “Especie de estanque que se hace en los molinos para recoger el agua quando es poca, á fin de que salga de allí con mayor fuerza y pueda mover la muela. DRAE, 1780)

Más adelante expondré las razones en las que me baso.

Su nombre siempre fue Cubillo o El Cubillo –alguna vez aparece escrito como Cubillos- , pero hay que hacer constar que en bastantes ocasiones  era más largo, tenía apellido. Existía otro Cubillo en las inmediaciones y era preciso, cuando se les nombraba, diferenciar al uno del otro. Por ello, a aquel se le denominaba como El Cubillo del Marqués[1], en tanto que a este se le solía llamar como El Cubillo del Robredo, lo que no significaba que hubiera ninguna relación de dependencia entre ellos, que durante todo este tiempo no la hubo, con la sola excepción de la derivada de asuntos religiosos.

Situación de El Cubillo del Marquéscub-1 dos cub

Desde el punto de vista administrativo, la ciudad de Alcaraz ejercía su jurisdicción sobre unas pocas villas que tenían muchas libertades, sobre una docena de aldeas, como Robledo, con cierta autonomía, pero poca, en tanto que los lugares más pequeños como este, dependían directamente de Alcaraz, con la categoría de casería o granja, pero sin ningún derecho ni libertad. Así fue hasta la segunda mitad del siglo XVIII en que, por primera vez, se nombraron las primeras autoridades locales en algunas de estas pequeñas poblaciones.  Se constituyó entonces la alcaldía del El Cubillo. Formaban parte de esta alcaldía todos los lugares habitados en su parte oriental. En 1786 se citan la Casanueva, El Arquillo, El Jardín, Arteseros, Vao Blanco, Puentezuelas, la Venta Segovia, Casalazna, la Casa del Tío Cencerro, Villalgordo y el Campillo. Una lista que, con el tiempo y el aumento de población en la zona se engrosaría con otras poblaciones, unas conocidas como Los Chospes, El Vínculo, El Martinete o  las Cuevas, y otras no tanto como el Batán de don Pascual, El Peñoncico o las Casas de la Chaparrosa. En 1830 todos estos lugares llegaron a reunir 471 habitantes, tantos como Robledo.

Al frente de la alcaldía figuraba un alcalde pedáneo, que era y vivía en El Cubillo, la sede principal de esta demarcación. Era elegido  por el corregidor de Alcaraz a propuesta del alcalde pedáneo saliente y algunos vecinos que participaban en la votación. Este capítulo, que se celebraba todos los años, nominaba a dos personas del vecindario y el corregidor elegía a la que más le gustaba para el año siguiente. Entre otros, desempeñaron este cargo Juan Moratalla (1787), Juan Bernardo García de la Casanueva (1788), Diego Vecina (1791 y 1793), Francisco Moratalla (1792) y Hermenegildo de la Rosa en 1803.

2.     Origen y primeros pobladores.

El primer documento inequívoco que nos habla de los moradores del Cubillo es del año 1498. Con anterioridad –concretamente en 1454- se menciona a un tal Ferrando del Covillo, del que no podemos asegurar que fuera de aquí pero, al menos, sí podemos decir que en ese momento el nombre del Cubillo ya existía, fuera este, el otro o un tercero.

El documento de 1498 es un padrón de habitantes de esta zona para cobrar impuestos donde figuran todos los cabezas de familia, lo que entonces se llamaba vecinos. Al año siguiente, 1499, se hizo otro similar.

Los nombres de esos primeros pobladores conocidos son:

cub-3 vecinos 1499
Los vecinos de 1499

Vemos que en El Colmenar, que ya existía,  vivía la familia Rodríguez, sin embargo…¿cómo es posible que las varias familias del Cubillo fueran totalmente distintas de un año para otro? 

Descartando que fuera una equivocación del escribano solo encuentro una explicación. Los habitantes del Cubillo en ese momento no eran fijos, sino que iban y venían en función del motivo que los traía hasta aquí.  Los del 1498 pudieron llegar como arrendatarios, y más concretamente,  como renteros del molino que aquí funcionaba,  por tiempo de un año, pasado el cual el arrendamiento pasó a otras personas distintas que,  en la subasta, habían pujado más. Por entonces, es presumible, que el molino fuera el único espacio habitado. Allí vivía una familia extensa que trabajaba en el molino y en las huertas colindantes y de su fruto podían vivir dos o tres familias.

Dos datos refuerzan esta hipótesis. Y ambos referidos a los nombres de antiguos molineros. El más endeble es el que considera a Alonso Artesero como el molinero de 1498. Alonso era de apellido Artesero, como Arteseros eran algunos de  los molineros más famosos de la zona, que eran los que trabajaban en la cercana Villaverde.

El segundo resulta irrefutable por cuanto se habla de Sancho Martínez, como el molinero del “molino del Cuvyllo”. Era 1504.

cub molino 1504

Por tanto el origen del Cubillo pudo está ligado a la actividad de un molino que recogía las aguas del arroyo de Cañagila en un pequeño cubo, de ahí el nombre de  ese primer asentamiento. Aunque hay que hacer un inciso: el molino del que hablamos no es, ni estaba, en donde se encuentra el que hoy perdura.

Según lo dicho, hacia 1500 se produjo el asentamiento de las primeras  familias en el emplazamiento actual, propiciado entre otros por el ayuntamiento de Alcaraz que dotó a los labradores nuevos que vinieran de ciertas ventajas,  unas individuales como el poder apropiarse de la tierra que pudieran cultivar y otra colectiva, pues les fue otorgado un espacio comunal alrededor del caserío, una redonda,  para su aprovechamiento –ganadero, leñas, etc.- por parte de todos los moradores.  Estos alicientes no resultaron lo suficientemente atractivos como para  allegar muchos pobladores y en 1524 el ayuntamiento de Alcaraz, revocó la concesión de la redonda. A otras localidades, que recibieron la misma merced como Viveros, El Ballestero, o Robledo les fue mejor y, gracias al incremento de sus habitantes, tuvieron un devenir algo más venturoso.

 Esta sería, junto con las que comentaremos después, una causa importante de que ese mínimo poblamiento no creciera durante muchas décadas, de manera similar a lo que le ocurrió al Horcajo, que siempre tuvo en aquellos tiempos una población similar a la del Cubillo.

No obstante, y poco a poco, los vecinos fueron llegando.

Del siglo XVI Juan de Villaverde y Francisco Artesero, ganadero y colmenero, son los más antiguos. Se habla de ellos en 1518 y 1526 respectivamente, aunque es preciso que vayamos a la segunda mitad de este siglo para conocer unos cuantos más:

  • En 1575 se habla de Pascual García, que compró 28 varas de paño buriel en Alcaraz.
  • Alonso de Villaverde y Juan Rondiol, ganaderos, adquirieron a medias 5 vacas preñadas, tras desembolsar  14 ducados por cada una. Fue en 1580.
  • Gaspar de Villaverde, hermano del anterior, era agricultor. Ambos estaban casados con hijas de uno de Solanilla (Miguel Pescador)
  • Gonzalo López de las Carboneras también era labrador y lo hacía con un par de bueyes de su propiedad.
  • Juan Rodríguez –casado con María González, el matrimonio más antiguo que sabemos- compró casa en 1588, por lo que también residió aquí. Eran sus vecinos Alonso Artesero y Juan Barbero.
  • Andrés Romero, en 1591, tenía a censo unas 50 fanegas y un huerto de uno de Alcaraz.
  • Juan Ramos, junto a Bernabé Sánchez, del Robledo, compraron 70 libras de tocino enjuto y salado y 4,5 libras de manteca. Juan cultivaba 3 fanegas en la vega como arrendatario de Juan Palomar.

3.     La población del Cubillo.

Presenta, en los más de 300 años  de los que hablamos, una muy ligera tendencia alcista con tres partes bien diferenciadas, coincidiendo en ello con lo acontecido en otras localidades próximas.

  • En la primera y una vez alcanzado su primer techo de población en la segunda mitad del siglo XVI en torno a los 13-14 vecinos (52-56 habitantes), tuvieron que pasar casi doscientos años para poder rebasar esa cifra.
  • En la segunda, a partir de 1760 se inicia un ligero crecimiento de manera que en apenas 50 años llega a duplicar su población, una vez superado el bache que pasó en torno al año 1805, del que comentaremos algo después.
  • Después de este año y sobre todo tras el fin de la Guerra de la Independencia (1808-1814) se produce un incremento poderoso y muy rápido.

Los censos, padrones y recuentos de población que nos han llegado son escasos e incompletos por lo tanto los datos de El Cubillo son mínimos, de ahí que podemos repasarlos uno a uno:

Censo o padrón

Nº de vecinos

 

Padrón de alcábalas de Alcaraz de 1499

4

Se incluye un vecino del Colmenar. Aparecen sus nombres.

Censo de 1530

9

De ellos, 6 son pecheros, 1 viuda y 2 menores [2]

Censo de las Ordenes Militares (1571)

13

 

Censo de los Obispos(1587)

13

 

Libro de conciertos de las caserías (1746)

14

Hay nombres. Se incluyen  uno de la Casanueva y otro del Colmenar

Catastro de Ensenada (1753)

14

Conocemos los nombres, edad y relación de todos sus habitantes.

Censo de Aranda(1768)

17

Incluye uno de la Casanueva. Se citan nombre y oficio de los vecinos, y nombre y edad de los hijos

1785

18

Dato facilitado por el cura de la parroquia.

Censo de Floridablanca (1787)

22

Estado civil,  hijos, oficio , hijos, edad, etc. de cada vecino, pero no sus nombres

Censo de 1800

25

En toda la alcaldía sumaban 42

Matricula 1807

18

Además había  uno en la Casanueva, otro en Los Chospes y dos en El Vínculo

Matricula 1827

39

Más 18 en Los Chospes, dos en El Vínculo y en la Casanueva y uno en El Colmenar.

Censo de 1830

52

Su alcaldía integraba 58 más, incluyendo El Jardín

 Padrón de Alcaraz 1835

37

Solo se habla de oficios

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Y por lo que respecta a la existencia gráfica de este lugar hay que esperar a que, bien entrado el siglo XVII, quede reflejado en un mapa. El primero del que tengo noticia es este que sigue. Se trata de uno elaborado por el Arzobispado de Toledo en 1680.

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4.     La principal fuente de riqueza

Ya dijimos que el molino quizá fue el motor de arranque de este pueblo. Pero… ¿de quién era ese primer molino? No lo sabemos.

Lo que sí se puede asegurar de manera inequívoca es que, en 1595, el molino era propiedad del concejo de Viveros[3]. Y suyo fue hasta que en el siglo XIX se le expropiara por el gobierno liberal.

¿De Viveros?  ¿Cómo pudo ser eso?

Hay dos posibles razones: por emulación y por necesidad.

En sus inicios Viveros era una pequeña aldea, de varias decenas de vecinos, que como otras de esa zona del Campo de Montiel -El Ballestero o El Bonillo-  no tenían molinos en sus cercanías. Para remedio de ello los del Bonillo, una pueblo mayor, construyeron varios en Villaverde, y  El Ballestero, a su vez, y aunque con menos habitantes, hizo lo propio levantando otro, y además en el mismo lugar. Viveros, igualmente necesitado de un molino para el servicio de su exigua población, pensó que más cerca,  en el rio de Cañagila podía tener el suyo, para lo que obtuvo el beneplácito –como los otros- del Concejo de Alcaraz. Y procedió a su construcción en el último tramo de este rio antes de unirse al de mayor caudal, el río del Cubillo-Jardín, pero no en el emplazamiento actual, sino –esta es mi opinión- a unos 300 metros más al oeste.

A ello parece inducirnos estas dos informaciones. La primera se extrae de algunos documentos posteriores a esos tiempos lejanos, donde se hace alusión a un paraje cercano al molino con la denominación del “prado del molino viejo”, luego en algún momento existió y además en un lugar distinto al que hoy tiene. Y la segunda aparece en un documento del concejo de Viveros de 1604 en el este concejo se dice propietario de dos molinos, que por esa fecha serían el viejo del cubo pequeño, ya en ruinas, y el nuevo, el actual, de mayores dimensiones.

El molino siempre fue la niña mimada del ayuntamiento de Viveros. De su arrendamiento anual –de los que hay numerosos documentos- obtenían miles de reales, en dinero o en trigo para financiar buena parte de sus gastos. Hasta aquí, hasta El Cubillo, durante varios siglos, miles de personas trajeron sus granos a moler siguiendo el llamado camino de los Moledores, una ruta que venía paralela a la actual carretera de Viveros y luego seguía por los Medianiles, hasta que, llegados a un punto se bifurcaba, un ramal para los molinos de Villaverde,  el otro para el del Cubillo.

cub-7 esquina cubo

En otro orden de cosas, parte del molino, concretamente el cubo es la construcción original y visible más antigua del municipio. No hay ninguna otra con más antigüedad que pueda reconocerse tal como se construyó. El cubo, de 1629, se hizo bajo unas condiciones muy detalladas, entre las que estaba que  “ las esquinas del cubo han de ser de cantería de toba”. Una cantería de toba, que se conserva integra  en la actualidad como se evidencia en la foto.

Luego el molino fue la principal fuente de riqueza, sí, pero de Viveros,  aunque de ella también participaron los cubilleros. Muchos de los molineros, eran de aquí y otros, forasteros, terminaron por arraigar y ser vecinos de este lugar.

5.     Había una iglesia

La primera iglesia se construyó en el siglo XVI. Sería una pequeña construcción, hecha por los vecinos animados por la devoción que, real o fingida, entonces todos sentían y para no ser menos que otros lugares similares que contaban con ellas, como pudiera ser El Horcajo. La primera referencia es de 1571, sin más detalles, solo que la feligresía se componía aproximadamente de 52 personas

Es posible que funcionara durante unas décadas, aunque fuera de manera intermitente como parece indicar el que, en  1586 y en un listado de iglesias de la zona, no se hiciera mención de esta. Cosa muy rara porque  se trataba de cobrar.

Por el contrario, a comienzos del siglo XVII, y coincidiendo con la época más ruinosa de la iglesia de Robledo tenemos noticia de una estrecha colaboración entre ambas iglesias  como lo demuestran ciertos intercambios de dinero y objetos litúrgicos entre ellas. Una colaboración que se agranda, cuando, hacia 1630, se declara a la iglesia del Cubillo en ruinas y todas sus pertenencias se trasladan a la recién reformada iglesia de Robledo. Entre los bienes depositados figuraba el de mayor devoción de los cubilleros, una talla de Santa Quiteria, la única que existía y la que le había dado el nombre al templo.

Los feligreses tuvieron que hacer lo mismo, adscribirse a una nueva iglesia. La mayoría lo hicieron a la de Robledo, aunque otros, los menos, se hicieron parroquianos de la Santísima Trinidad de Alcaraz.

 Esta situación, que pensaban era provisional, se fue alargando en el tiempo. La situación de los escasos vecinos no posibilitaba inversiones extraordinarias y, el uno por el otro, no se hacía nada y el tiempo iba pasando, aunque la esperanza sabemos que no la perdieron.

Tuvo que venir un forastero para llevar adelante la restauración, incluso con mucho más brío, de la iglesia. En 1671 y desde Ronda donde era corregidor, Juan Aguado de Córdoba y Fonseca, un hombre con fuertes vínculos económicos con esta comunidad, solicita a las autoridades eclesiásticas que se le conceda el patronato de la iglesia de El Cubillo, y a cambio  “levantaré y reedificaré la iglesia del Cuvillo a costa mía” pero no solo la antigua sino que también solicitó permiso para construir una capilla anexa.  A cambio, pidió que “pueda poner y grabar mis armas en dicha iglesia y gozar de las demás preeminencias que acostumbran tener otros patronos” como era asistir desde un lugar especial y en asientos exclusivos a las ceremonias y, al morir, ser ese su lugar de descanso eterno.

Y para demostrar que iba en serio se comprometía a hacerlo hipotecando” todos mis heredamientos y demás posesiones que tengo mías propias en el Cubillo…”, que no era moco de pavo.

La autoridad eclesiástica competente, el vicario de Alcaraz, se apresuró a darle el visto bueno, incluso apremiándole, ya que

 la dicha obra se ha de empezar desde fin de abril que viene de este año de 1672 y proseguirla hasta acabarla y ponerla en toda perfección dentro de dos años, […]lo cual se ha de hacer a costa y a expensas del dicho Juan Aguado de Córdoba, el cual como tal patrón de la dicha capilla mayor pueda tener tribuna dentro de la dicha capilla mayor y elegir entierro en ella bajo de las gradas del altar mayor en el suelo al lado que le pareciere, poner su escudo o escudos de armas grabados o de pintura en la parte que le pareciere y tener asiento y lugar preeminente, sentándose en silla como tal patrón en dicha capilla […]

Eso sí,  le recordaron que todos los gastos de funcionamiento del nuevo templo–ornamentos, reparos, etc.- debían corren enteramente de su cuenta, sin que la Iglesia estuviera obligada a hacerse cargo de gasto alguno.

Era muy bonito el proyecto, pero en proyecto se quedó. Las denuncias y demás cuestiones judiciales ahogaron los buenos deseos de Juan Aguado.

Y de la iglesia, hasta épocas bastante recientes –apenas un siglo atrás-, nunca más se supo.

6.     ¿Nos hubiera ido mejor con Juan Aguado?

Otra vez aparece este señor, pero …..¿Quién era?

 Veamos lo que dice de él uno de sus descendientes:

Juan Aguado de Córdoba, maese de campo y corregidor que fue de Alcaraz, su patria, luego que concluyó su tiempo, se le puso demanda por la ciudad sobre que se había metido en muchos de los realengos de la misma en las ocho labores que había comprado y dejó vinculadas en el Cubillo y Colmenar, distante de la ciudad dos leguas y media, cuyo pleito se siguió por ambas partes con sumo tesón y por sentencias dadas en Alcaraz se sentenció a favor del referido Juan Aguado y la ciudad apeló a la Real Chancillería de Granada y parece fue confirmada la sentencia dada.”

cub-8 mapa vega

Tierras de regadío (propias, compradas y apropiadas) de Juan Aguado en la vega del Cubillo

Ahora la verdad. Este Juan pertenecía a una de las familias de más poder de Alcaraz, tanto que siendo natural de allí fue corregidor de esa ciudad –algo que las leyes prohibían- y de su gestión todo el mundo se quejó por los muchos abusos y tropelías cometidos, empezando por los propios regidores, sus , digamos, colegas. Corrupto como pocos, aprovechó su poder en dos sentidos, en el plano económico y en el político. En el primero se apropió entre otras cosas, de buena parte de la vega del Cubillo, río abajo. Simuló comprar algún pedacito a lo que de antemano tenía pero el resultado final resultó ser la agregación de un montón de fanegas de prados que eran realengos, totalizando la superficie que aparece en el dibujo, a lo que la ciudad –la suya y la que había dirigido varios años- respondió poniéndole muchos pleitos, durante muchos años y en diversos sitios, unos pleitos  de los que, vaya por Dios, salió ganador gracias a la justicia de entonces.

Y en el político, fue corregidor de varias ciudades pero al fin y al cabo era un funcionario del rey. Juan, hombre ambicioso, quería ser “rey” de su propio terreno, es decir quería ser poseedor de un señorío, un territorio donde él fuera el dueño y el juez de todos los que allí vivieran, como pasaba en el vecino Señorío de las Cinco Villas. (Villapalacios, Bienservida, Riópar, Villaverde y Cotillas). Para ello solo había dos caminos: o se lo regalaba el rey por los meritos adquiridos en su obediencia y favor o se compraba con dinero. El camino que tuvo que emprender fue el segundo.

Y El Cubillo sería una parte destacada dentro de proyecto de señorío, quien sabe si su capital, con el estatus de villa.  Para ello ya disponía aquí de varias casas, muchas tierras como hemos visto y un decidido afán de restaurar, engrandeciéndola, la iglesia a la que daría nuevo lustre y donde sería enterrado.

No conocemos bien el proceso pero se sabe que hacia 1669 la ciudad de Alcaraz entabla nuevos pleitos con Juan al enterarse de que quiere comprar varias localidades de su término, en concreto se le acusa del intento de  la “compra del lugar Robredo y heredamiento del Cubillo y [quieren los de Alcaraz] que los prados de dicho Cubillo se reduzgan a pasto común como antiguamente”. El problema fue a más y al año siguiente Juan incluyó en su pretensión nuevos territorios como por ejemplo, la entonces aldea de Povedilla.

Los pleitos –el intento de compra de las localidades y la apropiación de los prados- duró muchos años saliéndose con la suya Juan en el segundo y fracasando en el primero.

Y contestando a la pregunta, está claro que nos hubiera ido mejor a juzgar por cómo nos fue bajo la tutela de Alcaraz, lo que resultó peor casi imposible. Tuvieron que pasar casi 150 años para que la situación mejorara y gracias –muy a su pesar-  de las instituciones y de los grandes hacendados.

7.     El Cubillo en 1753

Hablamos en concreto de 1753 porque en este año tenemos una información detallada sobre las características de este vecindario gracias a la elaboración del Catastro de Ensenada. En él se cuenta como datos más importantes:

La población era de 57 habitantes, en 14 casas o familias. De estas cabe decir que la mayoría contaban con los dos cónyuges a excepción de tres hogares que estaban encabezados por  viudos y de estos José Madridejos era el más joven, pues solo tenía 30 años.

Contaban todas las familias con 25 niños, es decir casi la mitad de la gente del pueblo eran menores, aunque no había familias muy numerosas ya que las mayores “solo” tenía 4 hijos. Sin embargo los abuelos escaseaban, tanto que, en ese momento, no había ninguno.

La gente se dedicaba, claro está a las labores del campo. Todos menos dos vecinos eran agricultores o ganaderos, aunque en realidad, eran las dos cosas a la vez, pues casi todos tenían alguna tierra y algo de ganado.

Los únicos a lo que se asocian a otras profesiones son Pedro Alviar, del que se dice que era carbonero –aunque esa labor la alternaba con la de jornalero- y Juan Escudero, que era el molinero, el que tenía el arrendamiento del molino ese año.

El resto trabajaba en el campo. Unos en sus tierras –bien como renteros o como propietarios-  y otros, los jornaleros,  sobre todo en las ajenas. Solo había 4 de esta condición. Dos de ellos tenían alguna cosa suya  para completar su sustento pero Juan Antonio Sánchez y Diego Quintanilla no tenía nada a su nombre. Menos mal que, al menos, contaban con 3 o 4 gorrinos para alimentar sus familias.

Había un puñado de vecinos con importantes y variadas cabañas ganaderas. El que más José Díaz que tenía 124 cabezas, entre las que destacaban 36 cerdos. Alguno menos, 30,  tenía su hermano Tomás, que tampoco estaba mal,  en tanto que Benito Simarro guardaba, entre otros animales,  un hato de 60 cabras y Juan Moratalla hacía lo propio con las 11 cabezas de ganado vacuno de todo tipo que tenía.

Además de los vecinos hay que tener en cuenta a alguien, que aunque ausente, era el más importante de los propietarios de aquí. Se trata de Rafael Alcaina (o Arcaina), que aunque era vecino de Murcia, tenía el cuádruple de regadío que todos los de El Cubillo juntos, amén de otras propiedades tanto aquí (más de 200 fanegas de secano) como por otros muchos pueblos.  Todo ello derivado de ser el poseedor, por parte de su esposa, de los mayorazgos de los hermanos Juan y Francisco Aguado,  a los que pertenecían muchas tierras de El Cubillo y El Colmenar.

Por último citaremos una actividad que, hasta hoy, ha contado aquí con muchos adeptos. Me refiero a la apicultura, al aprovechamiento de las colmenas. En este año de 1753 había tres colmeneros y de todos ellos  Antonio García era el principal ya que suyas eran 40 colmenas.

Y lo importante. La gente, en general no vivía mal. Ya sabemos que unas circunstancias climáticas adversas podían arrastrar a la gente del campo  a situaciones de privación o miseria, sin embargo parece que en este tiempo- mediados del siglo XVIII- no hubo ningún desastre  destacable. El hecho de que los jornaleros, tuvieran algo de su propiedad incluyendo ganados y que en el grupo de los propietarios -que eran casi todos-, no hubiera diferencias humillantes entre los que más y menos tenían,  contribuyeron a la paz y a cierta igualdad social.

Además, ratifica lo dicho el hecho de que, ninguno de sus vecinos de entonces tuviera que ser enterrado de limosna, por ser pobre.

8.     Al final de este periodo (1800-1836)

En la segunda mitad del siglo XVIII y con el suave crecimiento de la población pero no de los recursos, se produjo un empeoramiento de las condiciones de vida en la localidad como se constata en el caso del robo de las colmenas, que conoceremos después. Baste como ejemplo el dato que sus vecinos solo contaban con 17,3 fanegas de regadío de las cientos que había entre Cañagila y los molinos de Villaverde,  siendo la mayoría de rentistas foráneos. En el secano pasaba tres cuartos de lo mismo y el total de fanegas de los cubilleros era de poco más de 300. Totalmente insuficientes.

 Con todo el mayor propietario de estos terrenos circundantes era el ayuntamiento de Alcaraz que lo destinaba a lucrarse con los arrendamientos ganaderos de las dehesas cercanas –Medianiles, Cerromoreno,…- imponiendo fuertes multas a los osaran ir en contra de sus ordenanzas.

Por lo tanto los vecinos estaban constreñidos por propietarios públicos y privados. Había que soltar esas duras cadenas como fuera para mejorar la maltrecha situación. Y eso fue lo que, poco a poco,  hicieron.

La vega no estaba en su mejor momento a finales del siglo XVIII. Los Alcaina no se esmeraron tanto como los Aguados en su aprovechamiento  y según parece,  tanto el rio como todo el sistema de zanjas y acequias,  llegaron a presentar una acusada falta de limpieza. Lo que, aunque parezca paradójico, resultó bueno para el vecindario pues, este abandono por parte de los propietarios y la inestabilidad que vino con la Guerra de la Independencia (1808-1814) “han sido causa y dado motivo a que muchos de los vecinos que alindan en sus inmediaciones se han ido entrando cada cual por donde le ha parecido con un perjuicio considerable del poseedor” según contaba Nicolás de Alcaina, hijo de Rafael.

En cuanto a las dehesas pasó algo similar. El ayuntamiento de Alcaraz, muy a su pesar,  se vio desposeído del control y aprovechamientos de sus montes. Todo su partido pasó a depender del ministerio de Marina  que pretendía aprovechar los pinos para la construcción naval. El no contar por aquí con ese tipo de bosques permitió a los lugareños, fanega a fanega, irse introduciendo en las dehesas y roturar nuevos espacios dada la desaparición del antiguo rigor de los vigilantes alcaraceños.  Y como la indiferencia fue creciendo, en mayor medida creció el afán acaparador de esos nuevos espacios por parte de la mayoría de los labradores de aquí. De esta manera y según un recuento que se hizo en 1826, en la dehesa de Medianiles fueron unas 279 fanegas las que fueron roturadas por parte de 19 agricultores locales. La mayoría se conformó con unas pocas fanegas, pero tres de ellos se apropiaron de 24, 30 y 120 fanegas.  En la dehesa de Cerroblanco se roturaron  50 fanegas y en la de Cerromoreno, 60, que pasaron a dominio de Pedro Henares, Juan Díaz y algunos otros.

9.     Algunos casos, cosas y personas

  • Juan de Villaverde “morador en el Cubillo” pidió permiso, por cuanto era pobre y se le quemó su casa, para cortar dos carretadas de sabina para reconstruirla. Es el propietario más antiguo de una casa. Año 1518
  • Isabel Valenciano fue objeto de comentarios injuriosos e infamantes por parte de sus convecinos en 1610. Diego Reguillo dijo que “se trataba” con uno de Alcaraz. Ana García, mujer de Melchor de Oncala propaló que la había visto salir de un aposento y besarse con ese alcaraceño. Ambos difamadores se retractaron de sus comentarios y afirmaron que Isabel era una muchacha buena e impoluta, todo ello debido a la amenaza de su padre, Juan Valenciano. Hicieron bien: el amante era regidor de Alcaraz, por lo tanto un hombre muy poderoso en la zona.
  • José Clemente, al parecer fue denunciado en 1675, por Juan Martínez Sánchez “por palabras descompuestas y haber ido con una espada en la mano a la puerta de su casa a reñir con él y haberle herido en el rostro” A pesar de ello y ”por conservarse en paz el dicho Cubillo” se apartó de la denuncia, perdonándole la ofensa.
  • Patricio Díaz y María Ortega, su mujer incoaron en 1779 auto criminal contra Antonio  Rodríguez y Pedro de los Reyes “sobre haber entrado estos en una de las noches del mes de junio, en su casa, hallándose él fuera”. No se comenta nada de los motivos de tan inicua acción.
  • Agustín Moreno y Diego de la Vecina, regidores de El Cubillo en 1794 y 1795 respectivamente, fueron denunciados por los guardas de montes “con los demás vecinos por los daños causados en el cuarto llamado Medianiles del Cubillo”. A los políticos del lugar los hicieron responsables de los excesos de los vecinos. ¡Lo mismo que pasa ahora!
  • Matías de la Rosa y Francisco Rodríguez fueron condenados a 4 años de presidio y trabajos forzados en los reales arsenales de Cartagena, además de la pérdida de todos sus bienes, por el robo de “cuatro colmenas matadas en un todo y otras para morir”, que Antonio Gómez, de Robledo, tenía en la Loma Mullir y que fueron valoradas en 200 reales y medio. Los hechos ocurrieron en 1802 debido, según contaron en el proceso, a la mala situación y suma pobreza que se vivía en los últimos tres o cuatro años en la localidad.

De ellos, de los condenados,  nunca más se supo.

  • En 1813 Manuel de la Rosa fue a parar a la cárcel  por las heridas causadas a Antonio Mesas, su vecino, con un tiro de escopeta, que al parecer fue producto de un accidente. Menos mal que su tío Hermenegildo de la Rosa lo sacó de allí, haciéndose responsable de su futura sujeción a la ley.
  • En cierto momento de 1815 Juana de Castro, viuda de dudosa reputación  y Antonia Isidoro, las dos de El Cubillo,  se dedicaron unas gruesas injurias verbales por razones que no conocemos. ¡Cómo serían de graves que el pleito llegó hasta la Chancillería de Granada!
  • Pedro Sánchez, murió por arma de fuego en Cartagena en 1829. Lo sabemos porque su padre, Rafael Sánchez, denunció a los presuntos asesinos: dos de los compañeros de su hijo, soldados también de la Brigada Real.
  • Los nombres de las fuentes: La fuente Milla y la Fuente Aparicio.

Son dos fuentes por todos conocidas,  cuyos nombres parecen deberse a su relación con personas que vivieron o anduvieron por aquí. Estos que ahora nombraré son los culpables de sus denominaciones con gran probabilidad ya que son los únicos registrados en esta vecindad con esos apellidos, Milla y Aparicio , que conocemos.,

  • La fuente Milla pudo deberse a Juan de Milla, padre o hijo que son citados como moradores en Robledo en 1498. Pariente suyo debió ser Gonzalo de Milla, -otra posibilidad- que se cita en 1518 cuando se mudó a vivir a Alcaraz.
  • El Aparicio de la fuente homónima todavía es más seguro y es que solo una persona en nuestra historia llevó este apellido. Era Ferrando Aparicio y se cita en el listado de 1498 como morador también de Robledo.

Y por último dos cubilleros que alcanzaron cierto renombre:

  • De Juan Valenciano no conocemos nada de sus orígenes. Es muy probable que viniera de El Ballestero, pues allí tenía algunos bienes –incluyendo viñas- y allí murió,  y allí pidió ser enterrado. Según dice en su testamento, de 1611, casó con María Ruiz y tuvieron 8 hijos. Sus hijos Cristóbal y Pedro  Díaz Valenciano fueron los continuadores de su linaje en el lugar. Hombre con bastantes bienes y muy bien relacionado con las autoridades de Alcaraz, fue por tanto el vecino más poderoso de ese momento. De él incluso se llega a calificar su casa como de “palacio”.[4]
  • María Loba, era viuda de Alonso Guillén. Junto a sus hijos, Alonso y Lorenzo tuvieron el arrendamiento del molino, casa, labor y dehesa del Arquillo. En 1604 se instalaron aquí tras la compra por 50000 maravedís –una cantidad considerable- de 2 casas en El  Cubillo y unas 63 fanegas de tierra en 16 bancales de riego y secano  (que antes habían sido de Gaspar de Villaverde). En esta compra aparecen los linderos –muchos vecinos de El Cubillo- y los parajes donde estaban y entre estos se nombran  la Fuente del Espino, la carrasca las Cabras, el vallejo del Pozo, la Solana, el Guijarral, el Romeral , el Ojuelo, las pasaderas de los Bataneros, el Medianil,  Pozo Mullir, Fuente Quesada, Hoya de las Perdices y Matanovalía. Su nieto Lorenzo Guillén alcanzó tras superar un examen, el título de maestro molinero en 1629.

[1] El marqués al que se refiere el término fue, a partir de 1655, el marqués de Melín, d. Filiberto Manuel Vaca de Sotomayor Benavides y Guevara. Este otro Cubillo, fue adquirido por d Diego Vaca en los inicios del siglo XVI. Tras la muerte del marqués en 1716, el mayorazgo al que pertenecía, pasó a la Casa de Alba.

 

[2] RODRIGUEZ LLOPIS, M., La población albacetense al comienzo del siglo XVI, en Cultural Albacete, nº 7, pág. 10,  octubre 1986

 
 

[3] Hay una pequeña posibilidad de que antes tuviera otro dueño, ya que en 1504, se dice del molinero que  era vecino de El Bonillo, por lo que no es descabellado pensar que fuera del ayuntamiento o de algún particular de esta localidad. AMA, Actas del ayto. de Alcaraz, L-42, expte.- 6, sesión del 4 de enero de 1504.

[4] Juan Rodríguez le compró en 1608 por 6 ducados una cámara con 2 trojes (sic) «que cae encima de su palacio del dicho Juan Valenciano» AHPA, Protocolos, c-1131, expte.-2, pág. 218.

Un comentario en “El Cubillo en el Antiguo Régimen (1498-1836)”

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