Pobre, huérfano ….y con tiña.

 En el pasado la falta de los padres llevaba aparejada para los menores una gran inseguridad en su futuro. Llegados al estado de orfandad quedaban totalmente a merced de la buena o mala fe de sus tutores,  lo que derivó en multitud de ocasiones en abusos económicos, en bastantes veces en  descuido y omisión de sus necesidades básicas y en algún que otro caso –como este-  en el abandono más cruel e inmisericorde.

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