El pretendido hidalgo Miguel de Ortega, del Robredo y su testamento (1696)

Miguel de Ortega veía próxima su muerte y se lamentaba de no contar con tiempo suficiente para cumplir sus sueños, unos sueños, casi pesadillas,  que últimamente le asaltaban y no le dejaban vivir de tanto como apremiaban. La culpa era suya por no haberlos tenido en cuenta antes. Ahora, en 1696, presentía que ya era tarde,  aunque quizá pudiera hacerse un último y quizá, descabellado intento.

¿Quién era Miguel de Ortega? En realidad era único y muy común a la vez. En el lugar Robredo era el único que había en ese momento pero en la comarca, en casi todos los pueblos había alguien con este nombre. Por eso es más difícil buscar sus orígenes.

No obstante es muy probable que Miguel Ortega Criado, su nombre completo, pertenezca a una de las familias más antiguas de aquí puesto que entre los moradores que se citan en 1498 encontramos a un Martín Ortega y a un Mingo Criado, aunque, sea como fuere, nuestro protagonista sabemos que era hijo de Catalina Blázquez y Miguel de Ortega y nieto de Miguel de Ortega.  Cito primero a su madre porque, sin duda era una mujer de posibles más que medianos que además se vieron incrementados de manera sustancial en muy poco tiempo. Primero con los tejemanejes –de los que algún día hablaré- de su esposo, Miguel de Ortega y después con los bienes que heredó de su hermano, el cura García Martínez, que fue asesinado en 1630, digo bien asesinado.

Su hijo Miguel, el de Catalina, y como no podía ser menos, se casó bien. Contrajo matrimonio a mediados del siglo XVII  con María Palomar, descendiente de Juan Palomar, una moza distinguida y de buena posición aunque de un linaje venido claramente a menos. Con ella tuvo 8 o 9 hijos, desde el primero, otro Miguel de Ortega –y ya van cuatro de este nombre en cuatro generaciones- hasta el último en nacer, de nombre  Juan, que llegó en 1672.  

Tras casarse Miguel centró su actividad y hacienda en Robledo para lo cual vendió todos los bienes, tierras y casas, que había heredado en El Ballestero. Fue un hombre muy activo. Hacía a todo, lo vemos ocupado en el verano “en segar sus panes”, pero también sabemos del ajetreo de sus carretas haciendo portes de aquí para allá.

Durante buena parte de su vida, fue nuestro  Miguel el hombre más valioso y respetado del lugar. En 1657 ya era regidor aquí, como lo había sido su padre, cargo que ocupó en varios ocasiones y en el que topó con don Juan Aguado de Córdoba, corregidor de Alcaraz, corrupto y tirano,  al que tuvo la osadía de denunciar por los abusos que había sufrido “por su mano poderosa”[1], lo cual era totalmente cierto.

Gracias a tener alguna formación –cosa muy rara – estuvo muy solicitado para asuntos legales y gestiones varias,  dada la confianza que todos tenían en él. En su tiempo nadie actuó de albacea testamentario en más ocasiones que Miguel, llegando en algún caso, a ser la suya la última y definitiva decisión.[2] Por ese crédito y fama que gozaba y dada la necesidad urgente de reformas que precisaba la iglesia  los vecinos, de manera unánime, le encargaron que llevase a cabo todo tipo de audiencias y papeleos en Toledo, o donde fuera, para su remedio. Demostró pericia en el encargo porque el arzobispo concedió unos 11 mil reales para ello pero él se las arregló para  concertarlo con un albañil de El Bonillo en poco más de la mitad. No obstante, algo debió torcerse en el desarrollo de las obras porque en 1672, cuando ya debían haber acabado, lo encontramos excomulgado por las autoridades eclesiásticas de Alcaraz, pero también denunciado por el albañil, que le reclamaba  700 reales.

Siempre anduvo envuelto en pleitos pero supo moverse entre abogados y jueces como pez en el agua, de manera que llegó a conocer la podredumbre del sistema y aprovecharse de ella para llevar el agua a su molino. Recién casado tuvo el primer conflicto legal. Denunció a su convecino Francisco López Tejada,  que había sido el tutor de su esposa, la mencionada María Palomar, también llamada María de la Vecina. Lógicamente le acusaba de mala administración de sus bienes cuando era menor y de la merma fraudulenta que al final tuvieron.

El siguiente litigio, más largo y fructífero,  fue en los años sesenta y el oponente fue el administrador de la obra pía de Juan Palomar,  al que exigía el pago de ciertas cantidades de dinero que aducía le debían a su mujer y a la hermana de esta, llamada Lucía Palomar que vivía en Catalmarejos, por estar así estipulado en el testamento de Juan Palomar. Ya metido en harina reclamó asimismo la administración de dicho patronato alegando  ser el pariente –como esposo- más próximo. Lo logró en 1676 por un tiempo de 6 años. Un litigio que se alargó en el tiempo pero que le proporcionó 12097 reales al acabar. Y mucha experiencia en asuntos legales pero también vitales gracias al conocimiento en profundidad de la vida, relaciones y ambiciones de Juan Palomar, al que no solo emuló sino que intentó superar. (Véase en este blog el artículo Juan Palomar, un hombre ambicioso)

Hacia 1692 la vida y la fortuna le sonreían, por lo que, agradecido por haber sobrevivido a las terribles epidemias que hubo en la zona en la década anterior y buscando de paso el descargo de su conciencia y la salvación de su alma,  dispuso una jugosa donación[3] de tierras a la cofradía del Santísimo Sacramento de Robledo para que, su fruto, se invirtiera en boato y misas de la cofradía, pero eso sí, dejando su administración en manos de sus sucesores.

Fue un hombre de mundo. Su mundo no se reducía a esta aldea sino que sabemos de sus idas y venidas por esta zona y por la sierra. En Viveros, aldea cercana, llevó la administración de sus propios, llegando incluso a concederle préstamos dada la falta de liquidez de su concejo, por lo que no es de extrañar que con estos precedentes, acabaran en los tribunales.

Aunque su lugar preferido era Alcaraz, donde estaba el centro del poder, el concejo de la ciudad,  y los poderosos, los regidores del concejo, sobre todo. Siempre se llevó muy bien con ellos. Era un ejemplo de relación clientelar. Miguel se mostro siempre dispuesto a agradar a las élites y a cambio ellos procurarían premiar sus atenciones y servicios con su trato y con ventajas económicas. Que hacían falta abastos en la ciudad, ahí estaba nuestro paisano dispuesto a buscar trigo donde hiciera falta o a llevar miles de troncos de la sierra a donde fueran necesarios. Miguel parece que siempre tuvo trato estrecho y buena relación con los magnates, prueba de ello es, por ejemplo, la presencia como padrinos en el  bautizo de su hijo Fernando en 1659  de don Fernando Suárez Toledo y Gaitán, Caballero de la Orden de Calatrava, vecino de Albacete y doña Gracia Gaitán de Meneses y Luna,  de los Señores de Oliva, vecinos de Talavera de la Reina.

Se arrimó a los buenos como Lázaro de Tormes pero de ellos también aprendió sus chanchullos, abusos y vilezas, especialmente con los más cercanos, o lo que es lo mismo con los regidores de Alcaraz. Fue  tanta su confianza en ellos que lo animaron a emprender como don Quijote su última y desigual batalla, la de alcanzar la categoría de hidalgo, una distinción que además de lustre para él y sus sucesores, les eximía perpetuamente del pago de buena parte de los impuestos, lo que no era baladí. El principal obstáculo, tampoco lo era. Debía demostrar, mediante testimonios y probanzas que tal categoría ya la tenían adquirida sus antepasados. Aquí es donde intervienen sus protectores, movidos por la obligación de devolver favor a quien tanto haba hecho por ellos.

La primera noticia de su anhelo de hidalguía fue conocida en el ayuntamiento de Alcaraz en 1690 que lo “admitió a la continuación de hijodalgo” a petición de los regidores Francisco de Sandoval y Antonio Armedo y a la presentación de un informe de la genealogía de Miguel de Ortega, que respaldaba su aspiración.  No obstante, y dado que el bloque de los poderosos y políticos tampoco era homogéneo, el regidor Alonso Escobar, “lo contradijo”, aunque el proceso siguió adelante. [4]

mig de ort

Visto bueno del ayto. de Alcaraz a las pretensiones de hidalguía de Miguel de Ortega

Si no oficialmente, de hecho Miguel de Ortega gozó de las prerrogativas de hidalgo a partir de entonces. Aunque le duró muy poco a juzgar por la muy airada reacción de todos los moradores de Robledo en 1694[5] , quienes a pesar de sus cortos bienes,  no dudaron en acudir a la Real Chancillería de Granada para  oponerse a su pretensión, aduciendo que Miguel de Ortega

era hombre llano, pechero de sí, su padre y abuelo Miguel de Ortega, vecino de ella y de ese dicho lugar y habiendo estado y estando el susodicho y los dichos sus ascendientes en posesión, opinión y reputación de tales y pechando y contribuyendo como los demás llanos pecheros de esa  ciudad y lugar de Robredo, sirviendo todos ellos los oficios de justicia por el estado llano,  sin que en tiempo alguno lo hubiesen reclamado ni opuesto excepción ni previlegio alguno de nobleza,  ahora con la mano y poder que había tenido y tenía con los capitulares de los dichos concejos había conseguido el que le recibiesen por hijodalgo,  introduciéndose con negociaciones y malos medios  valiéndose para ello de cierta ejecutoria que no le tocaba por lado alguno, queriendo dar a entender descendía del que la había ganado y siendo incierto y contraverdad, suponiendo para ello diferentes fes de bautismo, suya y de sus ascendientes y de otros papeles falsos y supuestos hechos y fabricados para este fin, todo en perjuicio de nuestro Real Patrimonio y de los demás vecinos pobres de esa dicha ciudad y lugar , en quienes recaerán las contribuciones y cargas que el dicho Miguel de Ortega debía pagar y contribuir,  siendo como era hombre rico y poderoso y ese dicho lugar de muy corta vecindad,  y que no era justo se diese  lugar a lo referido..[6]

¿Por qué razones reaccionaron con tanta furia, metiendo en el saco a sus antepasados e incluso denunciando la protección y los manejos de “los capitulares” de Alcaraz como amparadores de semejante despropósito a los que tachan de falsificar su genealogía? ¿Serían envidias ante un vecino que progresa socialmente?

Quizá también, aunque las razones esgrimidas fueron puramente económicas. Robledo estaba encabezado, es decir,  debía pagar en lo tocante a impuestos, la cantidad establecida por la Real Hacienda, que luego,  en Alcaraz, era repartida entre los vecinos del pueblo según su capacidad. Si de ese reparto se eximia a Miguel de Ortega, que era el más rico y por ello el mayor contribuyente, los demás vecinos verían incrementadas de manera sustancial sus cuotas, a lo que no parecían estar dispuestos de ninguna manera.

Podemos asegurar que este anhelo desquició un mucho a nuestro pretendido hidalgo y como el otro, el inmortal Don Quijote,  decidió perseguir su objetivo con todas sus fuerzas, dejando de lado lo que la razón aconsejaba. Pero Miguel de Ortega aún fue más allá. Todos sabemos que el hidalgo de la Mancha recuperó la lucidez en su lecho de muerte. Sin embargo Miguel cuando se encontró en tan estrecha situación aun siguió porfiando.

Su testamento, de 1696, es fruto de su obsesión en grado extremo.

Ordena llevar a cabo dos cosas inexplicables, la primera es proseguir el pleito en Granada, invirtiendo una fuerte cantidad de dinero, a pesar de las resoluciones en contra que había tenido y sabiendo que, su argumento principal para la hidalguía que era su genealogía,  era totalmente falso.

luego que yo fallezca se saquen de mis bienes los necesarios para hacer 4000 reales en dinero físico, los cuales se depositen en persona lega, llana y abonada y se le vayan dando  con cuenta y razón a Miguel de Ortega su hijo, si fuere a Granada a el seguimiento del pleito de hidalguía que tengo empezado

Y por si no queda  claro, lo repite de nuevo en el mismo documento.

Y la segunda, también repetida,  es todavía más descabellada, ya que lo anterior debe hacerse…

sin embargo de cualquier contradura o repugnancia que haya de parte de mis hijos o nietos o de alguno de ellos aunque sea judicial o extrajudicial pues así es mi voluntad.

Termina viendo como el gigante de su molino a sus propios hijos, que no estaban dispuestos,  ninguno de ellos,  a proseguir la alocada aventura de su padre, conocedores como eran, de las nulas posibilidades de esa empresa. Aún así, y como ultimísimo recurso el padre conserva una mínima esperanza, no tanto en la vía judicial, que le había proporcionado grandes reveses, sino en la extrajudicial, o lo que es lo mismo, en  la corrupción pura y dura.

Miguel de Ortega nunca supo que sus 4000 reales (unos 40000 euros de hoy) no fueron suficientes para alcanzar una entelequia, un linaje ilustre donde no lo había, ni unos privilegios a los que no tenía derecho.

[1] Fue denunciado por el corregidor por omisión de su responsabilidad como regidor del lugar, en los excesos cometidos por los vecinos, que cortaron ramas y árboles en las dehesas propias de la ciudad.

[2] Juan Pérez en su testamento de 1673 llega a decir: Declaro que de mi mujer quedaron algunos bienes raíces, estos los ha poseído Miguel de Ortega y actualmente se usa de ellos y los bienes muebles que yo tengo paran en su poder. Mando se esté y pase por lo que él dijere y manifestare, ansí en lo mueble como en los raíces, en cuya disposición lo dejo por la mucha satisfacción que dél tengo.

[3] Consistía la donación, según dejó dicho en su testamento, en “una huerta en las deste lugar,  un haza de seis fanegas en el llano de las Acequias, otra haza en los Vallejos, otra haza en los Medianiles del Cubillo de 6 fanegas, otra en los Navazuelos de 18 fanegas, otras tres suertes en una haza en lo alto de las lomas de este cabo de la Calera de cinco fanegas y un herreñal en el ejido deste lugar “. Sumaban unas 37,5 fanegas.

 

[4]IEA,https://iealbacetenses.dipualba.es/viewer.vm?id=0000000603&page=1&search=&lang=es&view=docs , 24 de abril de 2022, Actas capitulares del ayto de Alcaraz, l-45, expte, 9, pág 6, 10 de febr. de 1690,. AMAlc.

 

[5] Estaban encabezados por Juan del Castillo y Francisco Sánchez, regidores,  y Agustín de Chumilllas, Asensio Rodríguez, Miguel Sánchez, Francisco Gómez el menor, Bartolomé de la Vecina, Cristóbal González y Francisco Sánchez Garví en nombre de los demás vecinos de Robledo.

[6] Chancillería de Granada, RCGR Caja 04676, pieza 206

1696. Testamento de Miguel de Ortega Criado

Notario: Pedro Aguilar Busto

AMA, Caja: 1289. Expte.- 6, Pág.-168

In Dei nómine amén

Sepan cuantos esta carta de testamento vieren como yo Miguel de Ortega Criado, vecino de la ciudad de Alcaraz y morador en este lugar Robredo, estando sano del cuerpo y voluntad y en mi libre y sano juicio tal cual Dios Nuestro Señor, fue servido de darme, creyendo como firmemente creo en el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero y en todo lo que tiene, cree, y confiesa la santa Iglesia de Roma, regida por el Espíritu Santo , debajo de cuya fe y creencia protesto vivir y morir , escogiendo por mi intercesora y abogada a la Reina de los cielos, María Santísima, Madre de Dios y Sra. Nuestra., a quien suplico interceda con su precioso Hijo, me perdone mis pecados y ponga mi anima en carrera de salvación y temiéndome de la muerte, cosa natural a toda criatura y más próxima para mí por mucha edad  hago mi testamento en la forma siguiente:

  • Lo primero encomiendo mi alma a Dios que la crió y redimió por su preciosa Sangre y el cuerpo dejo a la tierra de que fue formado.
  • Íten quiero y es mi voluntad que cuando fallezca mi cuerpo sea sepultado en la parroquial deste lugar en donde mi albaceas señalaren y llevando mi cuerpo para enterrar acompañen la cera de las cofradías y se fuere ora y sin no a otro día siguiente se me diga una misa de cuerpo presente.
  • Íten se digan por mi alma cien misas rezadas y dando la cuarta a la parroquia las demás se digan a disposición de mis albaceas, más 20 misas en la capilla de los Perdones de Alcaraz.
  • Ïten se digan por si tengo algún cargo 160 misas y mas 20 misas por el ánima de María Palomar, mi mujer.
  • Íten mando a el Santísimo Cristo del Valle se dé una libra de cera y de las 160 misas se digan seis en Ntra. Sra. de Cortes.
  • Ítem declaro que el susodicho y María Palomar su mujer, han dado a la cofradía del Santísimo Sacramento deste lugar, una huerta en las deste lugar, linde huerta de la iglesia y un haza de seis fanegas en el llano de las Acequias, linde con los susodichos y camino del Molino.
  • Otra haza en los Vallejos, encimas las huertas de Juan? Fdez?, linde Diego de la Vecina y haza de la iglesia.
  • Otra aza en los Medianiles del Cubillo de 6 fanegas linde con los herederos de Chumillas y Grabiel de Garví de la Casalazna.
  • Otra en los Navazuelos de 18 fanegas, linde con el camino que de Alcaraz va al Bonillo, de la parte de poniente sin que tenga a esta parte del camino cosa alguna.
  • Otras tres suertes en una haza en lo alto de las lomas de este cabo de la Calera de cinco fanegas, linde con Julián López por arriba y la iglesia.
  • Un herreñal en el ejido deste lugar que lo ha hecho a su costa linde de la senda que sale del corral del concejo y ejido, todos los cuales dichos bienes quiere sean y queden por del Santísimo Sacramento y después de los días del otorgante los administre Miguel de Ortega su hijo mayor, el cual los arriende y beneficie como patrono que quede de ellos y su producto sea para la dicha cofradía sin llevar interés alguno pero él ha de hacer los arrendamientos y de los que declarare se le a de hacer cargo por el señor vicario a el mayordomo y después de los días de dicho Miguel de Ortega, sucedan en ello mis hijos y prefiriendo el mayor al menor y el varón a la hembra y acabada esta línea, entre en la de Fernando Ortega su hijo, en la misma forma y acabando esta entre en las de Pedro Ortega, su hijo de la misma forma y así sucesivamente.
  • Íten mando a Juan Serrano, vecino de Viveros 40 reales y le persono cuanto me deviere
  • Íten mando a Rosa mujer? de Juan Carbonel 30 reales, que se le den de mis bienes.
  • Íten declaro que d García de Montoya, vecino de la ciudad de Alcaraz me debe de resto de las quentas de la obra pía 1600 reales poco más o menos, quiero se le pida la cuenta de todo y se cobre lo que me debiere.
  • Ïten declaro que lo que debo y me deben consta en un memorial que dejo firmado mío, quiero se este y pase por él.
  • Ïten quiero y es mi voluntad que luego que yo fallezca se saquen de mis bienes los necesario para hacer 4000 reales en dinero físico, los cuales se depositen en persona lega, llana y abonada y se le vayan dando con cuenta y razón a Miguel de Ortega su hijo, si fuere a Granada a el seguimiento del pleito de hidalguía que tengo empezado y si él no fuere se le den en la misma forma a la persona que enviaren mis hijos a dicho seguimiento y esto se ejecuta sin embargo de cualquier contradura o repugnancia que haya de parte de mis hijos o nietos o de alguno de ellos aunque sea judicial o extrajudicial pues así es mi voluntad.
  • Y si Miguel de Ortega no fuere y otro de mis hijos quisiere ir sea preferido a el extraño.
  • Ítem mando alas mandas forzosas lo que es costumbre con que las aparto del derecho de mis bienes.
  • Íten declaro que a mis 4 hijos los tengo igualados en dotes habiéndoles dado tanto a el uno como al otro 100 reales más o menos y que la hacienda que por mejor cuenta quedaren en partible entre todos cuatro por iguales partes.
  • Íten nombro por mis albaceas y testamentarios y cumplidores y pagadores deste mi testamento, mandas y legados del a Miguel de Ortega mi hijo y a el cura de la Santísima Trinidad de Alcaraz y al guardián del convento de nuestro padre san Francisco de dicha ciudad que fueren al tiempo de mi fallecimiento y si estos se fueren de la ciudad antes de cumplido y visitado este mi testamento a los que les sucedieren los nombro y doy poder a todos para que después de mi fallecimiento entren y tomen de lo mejor de mis bienes y cumplan este testamento aunque sea cumplido el año del albaceazgo sobre que les encargo la conciencia.
  • Íten quiero y es mi voluntad que los 4.000 reales que llevo declarados se saquen de mis bienes para el seguimiento del pleito de la hidalguía que sigo en Granada se saquen de los dichos mis bienes sin embargo de cualquier deuda o contradicción que se ponga por mis herederos o que alguien dellos y se depositen a voluntad de mis albaceas y luego al punto se dé disposición y forma para que la persona que haya de ir a Granada al seguimiento se parta y se le vaya dando lo necesario con cuenta y razón aunque sea a dicho Miguel de Ortega mi hijo y si sobrase alguna cantidad la partan entre todos mis cuatro hijos por iguales partes y si faltare contribuyan de la misma suerte por ser en beneficio de todos ellos y de sus hijos y sucesores.
  • Íten declaro que en la fundación de la manda que de tierras hago al Santísimo Sacramento y su cofradía sita en esta iglesia y nombramiento de patrón de ella quiero que extinguida la línea de Pedro Ortega mi hijo, entren en dicho patronato los hijos de Francisco García Ortega mi hijo, prefiriendo el mayor al menor y el varón a la hembra como los demás.

Y del reamente que quedare de todos mis bienes, derechos  acciones, después de yo pasado desta presente vida  dejo y nombro por mis universales herederos de todos ellos a Miguel de Ortega Criado, a Fernando Ortega criado y a Pedro Ortega Criado y a los hijos de Francisco García Ortega, difunto, mis hijos y de la dicha María Palomara, mi mujer para que los hayan y hereden por iguales partes tanto al uno como al otro representando todos los hijos de Francisco García Ortega, la persona de su padre con la bendición de Dios Nuestro Señor y la mía.

Y por el presente revoco y anulo por ninguno y de ningún valor a cualesquier otro cualquier testamento o codicilo o codicilos que antes de este haya hecho que salvo por escrito, de palabra que quiero no valgan ni hagan fe en juicio ni fuera de el salvo este que al presente otorgo ante el presente escribano y testigos que quiero que  valga por mi testamento y ultima y final voluntad o por aquella escritura que mas en derecho lugar haya  en cuyo testimonio lo otorgué en el lugar Robredo, aldea de la ciudad de Alcaraz en 13 días del mes diciembre de 1696 años siendo testigo Miguel Guerrero y Miguel Sánchez y Roque Gajerca estante y moradores en este lugar y lo firmó el otorgante que yo el escribano doy fe conozco

Miguel de Ortega Criado                                                            

      ante mí   Pedro Aguilar Busto

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